La parálisis facial periférica (PFP) es una condición neurológica que se manifiesta como una disfunción del nervio facial (VII par craneal), provocando debilidad o parálisis completa de los músculos de la expresión facial en uno de los lados de la cara. La forma más común es la denominada parálisis de Bell, cuya etiología suele ser idiopática. No obstante, existen múltiples causas posibles, como infecciones virales, traumatismos, tumores o enfermedades autoinmunes.
En el ámbito de la fisioterapia, el tratamiento de esta afección ha cobrado un importante protagonismo, especialmente en las fases subaguda y crónica, donde la recuperación funcional y estética del paciente constituye el principal objetivo terapéutico. A través de técnicas basadas en la evidencia científica, se busca optimizar la reeducación muscular, mejorar la simetría facial y prevenir complicaciones como las sinquinesias.
Este artículo ofrece una revisión bibliográfica del tratamiento fisioterapéutico en la PFP, con un enfoque actualizado y profesional, dirigido a fisioterapeutas que deseen profundizar en el abordaje clínico de esta patología neurológica.
Desde el punto de vista clínico, la PFP se caracteriza por signos como la caída de la comisura labial, dificultad para cerrar el ojo (lagoftalmos), pérdida del pliegue nasolabial, hipogeusia en los dos tercios anteriores de la lengua y alteraciones en la secreción lagrimal y salival. Su diagnóstico es eminentemente clínico, aunque puede complementarse con estudios de electroneurografía o electromiografía para evaluar el grado de denervación muscular.
El pronóstico varía en función de la etiología y la precocidad del tratamiento. Aproximadamente el 70-85% de los pacientes con parálisis de Bell experimentan una recuperación espontánea completa o casi completa en un plazo de 3 a 6 meses. Sin embargo, un porcentaje significativo desarrolla secuelas como sinquinesias, contracturas o espasmos hemifaciales.
El tratamiento de fisioterapia tiene como metas:
Estos objetivos se abordan a través de intervenciones planificadas según la fase de evolución de la patología (aguda, subaguda y crónica) y el grado de afectación neurológica.
La base del tratamiento en fases subagudas y crónicas es el ejercicio terapéutico facial, centrado en la reeducación neuromuscular. Se emplean movimientos específicos frente al espejo, con el objetivo de lograr simetría y control selectivo. Este método promueve el reaprendizaje sensoriomotor, mejorando el reclutamiento muscular y la coordinación motora.
Se recomienda una frecuencia diaria de entre 20 y 30 minutos, divididos en varias sesiones. Es fundamental evitar movimientos forzados que puedan inducir patrones sincinéticos.
La terapia miofuncional orofacial contribuye al restablecimiento de funciones como la masticación, el habla y la deglución. Esta técnica, combinada con ejercicios de relajación muscular (por ejemplo, masaje facial o stretching suave), disminuye la tensión muscular y previene contracturas.
La electroterapia de baja frecuencia, aunque controvertida, puede ser útil en casos de denervación parcial, especialmente si se inicia de forma precoz. Se utiliza corriente galvánica o pulsada de baja intensidad para estimular la contracción de músculos faciales hipoactivos. No obstante, el uso de esta técnica debe ser cuidadoso y supervisado, para no inducir sinquinesias indeseadas.
El biofeedback EMG es una herramienta valiosa para la toma de conciencia muscular. Mediante la visualización en pantalla de la actividad eléctrica muscular, el paciente aprende a controlar de manera más precisa los movimientos de los músculos faciales.
Este recurso se ha demostrado eficaz en la mejora del control motor selectivo y la simetría facial, especialmente en fases crónicas.
Algunas técnicas complementarias como la acupuntura, el taping neuromuscular o la terapia láser de baja intensidad (LLLT) han mostrado beneficios potenciales en estudios preliminares, principalmente en la reducción del dolor, el edema y la inflamación.
Según la revisión bibliográfica realizada por Cobo Sánchez (1), la fisioterapia es una herramienta eficaz en el tratamiento de la PFP, particularmente en la mejora de la función muscular y la reducción de secuelas. Esta revisión destaca que la intervención precoz y personalizada es clave para maximizar los resultados funcionales.
Además, se subraya la importancia del trabajo interdisciplinar con neurología y otorrinolaringología, así como el rol activo del paciente en su proceso de recuperación mediante la educación terapéutica y el autocuidado.
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Este curso permite al fisioterapeuta adquirir competencias clínicas avanzadas para el manejo integral de pacientes con PFP, desde la evaluación hasta la intervención especializada.
El tratamiento fisioterapéutico en la parálisis facial periférica representa una intervención clave en la recuperación funcional del paciente. Mediante el uso de técnicas específicas y basadas en la evidencia, el fisioterapeuta puede intervenir de manera efectiva para mejorar la simetría facial, prevenir secuelas y optimizar la calidad de vida del paciente. La intervención precoz, la educación terapéutica y el abordaje individualizado son pilares fundamentales para el éxito del tratamiento.