La migraña es una patología neurológica compleja que afecta aproximadamente al 12% de la población mundial y representa una de las principales causas de discapacidad en personas en edad laboral. Aunque el tratamiento farmacológico continúa siendo la primera línea de intervención, los enfoques no farmacológicos, como la terapia manual y el ejercicio terapéutico, han ganado protagonismo en el abordaje integral de esta afección, especialmente en pacientes con alta frecuencia de crisis o resistencia al tratamiento médico convencional.
La fisioterapia, a través de técnicas específicas, ha mostrado efectos positivos no solo en la reducción del dolor y la frecuencia de las crisis, sino también en la mejora de la funcionalidad general, la calidad de vida y la modulación de factores psicosociales relacionados con la migraña. En este contexto, la evidencia científica ha comenzado a consolidarse en torno al papel del fisioterapeuta como parte esencial del equipo interdisciplinar en el tratamiento de esta condición.
La migraña es una cefalea primaria caracterizada por episodios recurrentes de dolor moderado a severo, generalmente de carácter pulsátil y unilateral, que puede acompañarse de náuseas, fotofobia, fonofobia e incluso síntomas neurológicos transitorios (aura). Se sabe que múltiples factores pueden desencadenar estos episodios, incluyendo alteraciones hormonales, estrés, cambios en el sueño y disfunciones del sistema musculoesquelético.
Existe una estrecha relación entre la migraña y las disfunciones en la región cérvico-craneal. Las investigaciones indican que los pacientes migrañosos presentan con frecuencia restricciones articulares en la columna cervical alta (especialmente en C0-C3), puntos gatillo miofasciales activos en la musculatura suboccipital y cervical, y déficits de control motor. Estos factores contribuyen a la sensibilización del sistema nervioso central, favoreciendo la cronificación del dolor.
El abordaje desde la fisioterapia comienza con una valoración exhaustiva que debe incluir la historia clínica detallada del patrón de las crisis, los posibles desencadenantes musculoesqueléticos y las consecuencias funcionales de la migraña.
La exploración física debe contemplar la movilidad de la columna cervical, la palpación de puntos gatillo miofasciales, el análisis postural global y la evaluación del control motor cráneo-cervical. En muchos casos, se evidencia hipomovilidad en el segmento atlantoaxoideo, tensión muscular en los suboccipitales y disfunción en la activación de los flexores profundos del cuello.
Asimismo, se debe valorar el impacto emocional de la migraña mediante herramientas validadas como el MIDAS (Migraine Disability Assessment) o el HIT-6 (Headache Impact Test), que permiten establecer el grado de afectación funcional y ajustar el plan terapéutico.
La terapia manual ortopédica se ha posicionado como una herramienta eficaz para tratar alteraciones musculoesqueléticas asociadas a la migraña. Su aplicación en la columna cervical y la musculatura asociada permite reducir la sensibilización periférica y central, mejorando la frecuencia y la intensidad de las crisis.
Diversos ensayos clínicos han demostrado que técnicas como las movilizaciones pasivas, las manipulaciones vertebrales específicas y la liberación miofascial producen una mejora significativa en los pacientes migrañosos. En particular, las movilizaciones de los segmentos C0-C3 y la inhibición de los músculos suboccipitales generan una respuesta analgésica inmediata, atribuida a la activación de mecanismos inhibitorios descendentes.
La terapia manual, aplicada de forma protocolizada y segura, también puede reducir la rigidez cervical, optimizar la movilidad articular y disminuir la irritabilidad de los tejidos blandos. Es fundamental que estas técnicas se realicen tras una evaluación neurológica adecuada, descartando contraindicaciones como inestabilidad cervical, antecedentes de trauma o signos de compromiso vascular.
El ejercicio terapéutico desempeña un papel clave en la reducción del dolor crónico y en la restauración del equilibrio neuromuscular. En pacientes con migraña, su implementación contribuye a mejorar el control motor cervical, reducir la fatiga muscular y optimizar la postura, lo cual disminuye los estímulos nociceptivos provenientes del sistema musculoesquelético.
El entrenamiento de los flexores profundos del cuello ha demostrado efectos positivos tanto en la disminución de la frecuencia de las crisis como en la severidad del dolor. Estos ejercicios deben iniciarse de forma guiada y progresiva, utilizando feedback visual o biofeedback electromiográfico para asegurar una correcta activación.
Además del control motor, los ejercicios de resistencia aeróbica de baja a moderada intensidad también han mostrado ser eficaces en la prevención de crisis migrañosas. Se ha observado que caminar, nadar o realizar ejercicios en bicicleta estática durante 30 minutos, tres veces por semana, mejora la frecuencia y duración de las migrañas en pacientes con sintomatología crónica, probablemente por su efecto sobre los niveles de serotonina y endorfinas.
La combinación de terapia manual y ejercicio terapéutico genera un efecto sinérgico que potencia los resultados clínicos. Mientras la terapia manual actúa sobre los factores mecánicos y nociceptivos agudos, el ejercicio permite consolidar los cambios estructurales y funcionales a largo plazo.
Este enfoque multimodal se adapta bien a las características de la migraña, que es una condición multifactorial y recidivante. Por lo tanto, el tratamiento debe orientarse no solo a la eliminación del dolor, sino también a la prevención de nuevos episodios, la educación del paciente y la mejora de su autonomía en el control del síntoma.
La adherencia al tratamiento mejora significativamente cuando el fisioterapeuta educa al paciente sobre los beneficios del ejercicio regular, los factores de riesgo posturales y los signos de alerta que pueden requerir derivación médica. En este sentido, la alianza terapéutica es un componente fundamental del proceso de recuperación.
El tratamiento de pacientes con migraña requiere que el fisioterapeuta cuente con competencias avanzadas en terapia manual, control motor y razonamiento clínico aplicado a patologías neurológicas. En FisioCampus, se ofrecen cursos de formación continua centrados en el abordaje de cefaleas, dolor cráneo-cervical, terapia manual en columna y neurociencia del dolor.
Estas formaciones permiten al profesional integrar conocimientos clínicos con evidencia científica y aplicar intervenciones seguras, eficaces y personalizadas.
La terapia manual y el ejercicio terapéutico representan intervenciones eficaces en el tratamiento fisioterapéutico de la migraña, especialmente cuando se integran dentro de un enfoque multimodal basado en la evidencia. Su acción sobre el sistema musculoesquelético cervical permite reducir la frecuencia e intensidad de las crisis, mejorar la función cervical y disminuir el impacto general de esta patología en la calidad de vida del paciente.
El fisioterapeuta tiene un rol fundamental en la identificación de disfunciones asociadas, la aplicación de técnicas específicas y la educación del paciente como estrategia preventiva. El desarrollo de planes de tratamiento individualizados, guiados por una valoración clínica precisa, es esencial para lograr resultados duraderos y clínicamente relevantes.