Las estrías cutáneas, conocidas clínicamente como striae distensae, son lesiones dérmicas comunes que afectan tanto a mujeres como a hombres, especialmente en etapas de cambios hormonales o de volumen corporal rápido, como la adolescencia, el embarazo, el uso prolongado de corticoides o el culturismo. Aunque no representan una condición médica grave, sí constituyen una preocupación estética y psicológica significativa para muchos pacientes.
En este contexto, la fisioterapia dermato-funcional ha desarrollado técnicas no invasivas y mínimamente invasivas orientadas a mejorar el aspecto de la piel, estimular la regeneración tisular y restaurar la función biomecánica del tejido conectivo. Este artículo explora la efectividad de las intervenciones fisioterapéuticas en el tratamiento de las estrías, analizando la evidencia disponible en la literatura científica.
Las estrías son el resultado de una alteración estructural de las fibras de colágeno y elastina en la dermis, provocada por un estiramiento cutáneo excesivo o rápido, sumado a factores hormonales que debilitan la matriz extracelular. Inicialmente se presentan como lesiones inflamatorias lineales de color rojizo o violáceo (striae rubrae), que con el tiempo evolucionan hacia cicatrices hipopigmentadas, deprimidas y atróficas (striae albae).
Las regiones más afectadas incluyen el abdomen, muslos, glúteos, mamas y región lumbar, dependiendo del sexo, edad y causa subyacente. La literatura destaca una mayor prevalencia en mujeres, especialmente durante el embarazo (striae gravidarum), aunque también son comunes en hombres jóvenes con ganancia rápida de masa muscular.
El abordaje fisioterapéutico de las estrías se basa en técnicas que buscan estimular la regeneración de colágeno, mejorar la vascularización local, y reorganizar la arquitectura dérmica, con el objetivo de atenuar el aspecto de la lesión y mejorar la textura y firmeza de la piel.
Los principales objetivos terapéuticos son:
Diversas técnicas han sido empleadas en el ámbito de la fisioterapia dermato-funcional con resultados variables. La elección del tratamiento depende del tipo de estría, fase evolutiva, fototipo de piel y disponibilidad de tecnología. A continuación, se describen las principales estrategias abordadas en la revisión.
La radiofrecuencia es una modalidad que utiliza energía electromagnética para generar calor intradérmico controlado, estimulando la producción de colágeno y la reorganización de la matriz extracelular. Su aplicación ha mostrado resultados positivos especialmente en estrías albae, mejorando la textura y elasticidad de la piel.
Estudios clínicos reportan mejoras visibles después de 6 a 10 sesiones, con escaso riesgo de efectos adversos. La técnica es indolora y permite retomar la actividad diaria inmediatamente.
La terapia con microcorrientes actúa a nivel celular favoreciendo la síntesis de ATP, la proliferación fibroblástica y la regeneración de proteínas estructurales. Esta técnica, no invasiva, se utiliza principalmente en combinación con otros procedimientos y ha demostrado buenos resultados en estrías recientes.
Aunque su uso es más frecuente en el campo de la estética, los peelings químicos con ácidos suaves (como ácido glicólico o mandélico) pueden ser incorporados por fisioterapeutas formados en dermato-funcional como parte del tratamiento coadyuvante, especialmente en striae rubrae. La descamación inducida favorece la renovación epidérmica y mejora la penetración de activos tópicos.
La técnica de microagujas, también conocida como dermaroller o microneedling, consiste en realizar microperforaciones controladas en la epidermis con el objetivo de desencadenar una respuesta inflamatoria y estimular la síntesis de colágeno. Esta técnica ha ganado popularidad en el tratamiento de estrías debido a su capacidad para mejorar la textura y profundidad de la lesión sin dañar la capa basal.
Cuando se combina con la aplicación de principios activos (vitamina C, ácido hialurónico, factores de crecimiento), se potencia el efecto terapéutico.
La carboxiterapia consiste en la infiltración subcutánea de dióxido de carbono (CO₂) mediante aguja fina, lo que induce vasodilatación, aumento del flujo sanguíneo y estimulación del metabolismo local. La técnica puede mejorar la coloración y grosor dérmico de las estrías, aunque su uso debe estar restringido a profesionales debidamente habilitados.
Los estudios revisados concluyen que la fisioterapia dermato-funcional tiene efectos clínicamente significativos en la mejora del aspecto de las estrías, especialmente cuando se utilizan técnicas combinadas y en fases tempranas del proceso.
Los pacientes reportan:
No obstante, se destaca la necesidad de establecer expectativas realistas, ya que la eliminación completa de las estrías no es posible. El objetivo es atenuarlas, mejorar la calidad del tejido y favorecer la integración estética del área corporal afectada.
Para garantizar la seguridad y eficacia del tratamiento, el fisioterapeuta dermato-funcional debe:
Asimismo, es esencial respetar los límites de actuación del fisioterapeuta, derivando al dermatólogo en casos de lesiones atípicas o comorbilidades dermatológicas asociadas.
La fisioterapia dermato-funcional es una especialidad en constante crecimiento, que requiere formación técnica específica y actualización permanente en nuevas tecnologías, principios activos y protocolos combinados. En FisioCampus, se ofrecen cursos enfocados en:
Estos conocimientos permiten al fisioterapeuta actuar con seguridad, rigor científico y alta competencia técnica.
La fisioterapia dermato-funcional representa una alternativa eficaz, segura y bien tolerada para el tratamiento de las estrías cutáneas, especialmente cuando se interviene en fases iniciales y se aplica un protocolo terapéutico personalizado. El uso de técnicas como la radiofrecuencia, microneedling y microcorrientes, combinadas con una evaluación precisa y educación del paciente, permite obtener resultados estéticos significativos que impactan positivamente en la percepción corporal y la autoestima.